sábado, 6 de octubre de 2018

WALLADA LA POETISA OMEYA



Voy a dividir el artículos en dos partes, la primera tratará de la biografía de esta magnífica mujer y poetisa, que vivió en Qurtuba, cuando el califato llegaba a su fin, trataremos del marco en él se desenvuelve nuestra protagonista, con el que interactuó  y que  influyó sobre su vida. La segunda parte  tratará sobre Wallada como mujer, libre e independiente, poetisa culta e inteligente y su forma de amar y relacionarse con los hombres de su época.


BIOGRAFÍA

Wallada bint al Mustakfi, nacida en Córdoba en 994, hija de  uno de los últimos califas omeyas Muhammad III  al-Mustafki  y  una esclava cristiana llamada amin’am.
Su infancia coincidió con el esplendor de la carrera política de Almanzor, autoproclamado  melik Karim en 996, con la protección de Subh madre del heredero Hisham II, tras la muerte de Al´-Hakam II.  Su adolescencia ocurre en tiempos convulsos que apuntan al final del califato. Hay 15 mandatos en unos 35 años, que se inician con la muerte de al-Muzzaar, hijo de Almanzor. Sucediéndose  años de intrigas y alternancias de mandatos
Entre los enfrentamientos de esta época, destaca el que protagonizaron Muhammad III y  al-Qasim por el Califato, omeyas frente a hamudíes. Al-Qasim  se alió con los bereberes norteafricanos consiguiendo vencer y hacerse con el poder en el año 1018. Entonces se hizo dueño del harén, del que formaba parte wallada, una mujer singular, que escribía poemas en una época de hombres. Rápidamente se sintió atraído por ella, le permitió conservar su tratamiento real  y otros privilegios, en contra de la opinión de sus asesores.
No accedió a ser su concubina, aún así el monarca fue permisivo con ella
Fue derrocado en 1022 por Yahyà Alí ibn Hammud, que también quedó sorprendido por la belleza  e inteligencia de la oven princesa y quiso que fuera su  odalisca, ofreciéndole grandes presentes, pero de nuevo tuvo una respuesta negativa.
Pero Yahya no fue tan complaciente como su antecesor en el poder y la confinó junto a su madre  a las peores estancias para presionarla, aspecto que no consiguió.
En 1023 es depuesto por otro rey, esta vez perteneciente  a la estirpe omeya, Abd Al-Rahman Val Mutazir, un hombre joven y culto que se rodeó de grandes literatos e intelectuales, entre los que destaca Ibn Hazm.
El monarca reconoce todas sus cualidades, devolviéndole los honores que tuvo en otros tiempos e incluso aceptó su asesoramiento. Con posterioridad le ofreció su amor y esta vez sí cedió pero nunca se casó con él, demostrando su independencia de los hombres.

Su padre, Muhammad III llegó al poder en 1024, tras asesinar al  caudillo  anterior Abderraman V, y murió dos años después asesinado en Uclés, y dos años después fue envenenado en Uclés.
Como Muhammad III no tuvo hijos varones, sus posesiones pasaron a ser propiedad de su hija; la princesa omeya Wallada. Abrió uno de sus palacios para ser utilizado como salón literario, donde ofrecía instrucción en poesía y canto a hijas de buenas familias, y en ocasiones también formaba  en canto, poesía y artes amatorias a esclavas. Debemos recordar, que ella misma provenía de la unión de un califa y una esclava Amin’am, y por otro lado, su tutora y maestra había sido una esclava negra zafia.
Hacia el año 1031 se derrumba definitivamente, el Califato independiente de Córdoba, hasta desaparecer  y dar paso a los reinos de Taifas.


WALLADA COMO MUJER



Era una mujer orgullosa, de carácter fuerte, que gozó de una libertad inusual en esa época. Era muy culta, inteligente  y bastante independiente que supo  brillar con luz propia. sensual. Rechazaba llevar velo, se paseaba por las calles sin él, por lo que era criticada por los ortodoxos, eligió el hombre que quiso amar y rechazó  al resto por mucha influencia y poder que tuviera, y se enamoró profundamente sin limitaciones.
Participaba en tertulias poéticas con  intelectuales muy importantes en esa época, tenía admiradores y detractores, tanto en el pueblo como entre los poetas y filósofos de los que se rodeaba,  como Ibn Hazm que la criticaba, a pesar de haber sido su mentor.
Hacia reuniones de sabios y doctos en múltiples materias, en su salón literario donde se conversaba sobre el devenir de al-Andalus, sobre política y la destrucción de madinat al-Zahra, así como de literatura.
Wallada estaba más centrada en la competencia poética, en improvisar versos y estrofas llenos de color, ritmo y descripciones en un ambiente distendido entre almohadones de seda, sonido suave de laúd  y una sutil fragancia de almizcle, enfrentándose incluso a los hombres sin problema.
Era una mujer bella, rubia-pelirroja, de ojos azules y tez blanca, vestía a la moda de Bagdad .Llevaba bordados en los hombros de sus vestidos, en el lado izquierdo :”Por  Allah ,que merezco cualquier grandeza y sigo orgullosa mi camino” y en el lado derecho “doy gustosa mi mejilla a mi enamorado y doy mis versos a quien las quiera”


En una de estas tertulias poéticas, la princesa cruzó su mirada y versos con Ibn Zaydum, que estaba vinculado a los Banu Yahwar linaje rival de los omeyas al que pertenecía Wallada, esto motivó que el amor naciente lo  llevaran con discreción, casi oculto.
El poeta, que escribía los poemas de amor más hermosos de la poesía hispanoárabe, era un hombre apuesto y amable. Y empezó a enviarle poesías escondidas en diferentes lugares, sin firma
La poetisa le respondía con pasión, para que le revelara su identidad, y cuando  la supo,  le pidió en verso tener un encuentro y comienza un vaivén de estrofas de amor en ambos sentidos.
Se entregaron a un amor lleno de poemas, fogosidad y entusiasmo, hasta que Ibn Zaydum cayó en los brazos de cautiva de color. Se cree que fue una trampa ideada por Ibn Abdus, visir del califa del momento, que envidiaba sus amoríos con la bella mujer, además de su rivalidad política.


Al descubrir su traición, estalló llena de celos rompiendo su relación, aunque él se disculpó en numerosas ocasiones, ella no pudo o no supo perdonarlo y pasó de amarlo a rechazarlo.
Ibn Abdus no solo los separó, sino que los alejó definitivamente, ya que Ibn Zaydum fue encarcelado por sus ideas políticas. Más tarde, logró escapar y trabajar bajo la confianza del rey sevillano al-Mu’tamid convirtiéndose en su visir. Paseó su amor por la poetisa omeya, entre las riquezas que fue acumulando, y  palacios sevillanos hasta que murió en 1070.

Wallada, dolida se acercó a Abdus, que siempre la quiso. Con el tiempo perdió su fortuna y aunque siguió exhibiendo su talento poético, tras numerosas idas y venidas sus caminos siempre terminaban uniéndola  a este hombre. Con quien acabó viviendo sin casarse. Murió en el año 1091.
Entre estos poemas, que cumplieron la misión de cartas entre dos amantes, de comunicación, dos expresan celos, la añoranza y los deseos de encontrarse, la decepción, el dolor y el reproche , incluye 5 duras sobre su el poeta y en el último alude a su libertad e independencia.


De encuentro:

"Espera mi visita cuando apunta la oscuridad
Pues opino que la noche es más encubridora de los secretos
Tengo algo contigo que si coincidiera con el sol
éste no brillaría
y si con la luna, ésta no saldría
y si con las estrellas, éstas no caminarían".

De añoranza:

"¿Acaso hay para nosotros,
después de esta separación, una salida;
puede quejarse cada uno de nosotros
de lo que ha sufrido?
Pernoctaba yo en los tiempos
de nuestras visitas mutuas durante el invierno
sobre las brazas crepitantes por la pasión.
¿Cómo, pues, estando en la situación de este abandono,
ha apresurado el destino lo que yo temía?
Giran las noches y no veo el fin.
De nuestro distanciamiento,
ni la paciencia me libra
de la esclavitud de mi anhelo.
Riegue dios la tierra donde estés
con toda clase de lluvias copiosas".

Celos

"Si hubieses hecho justicia
al amor que hay entre nosotros
no hubieses amado ni preferido a mi esclava
ni hubieses abandonado la belleza de la rama
cargada de frutos
ni te hubieses inclinado hacia la rama estéril
siendo asi que tu sabes que yo soy
la luna llena en el cielo,
sin embargo, te has enamorado,
por mi desgracia, de Júpiter"

Dolor

Cuando te enteraste de lo mucho que te quiero
y supiste el lugar que ocupas en mi corazón,
y cómo me dejaba arrastrar por el amor, sumiso,
Yo, que a nadie mas que a tí consenti que me arrastrara,
Te alegraste de que el sufrimiento cubriera mi cuerpo
y de que el insomnio pintara de negro mis párpados.
Pasa tus miradas por las líneas de mis cartas
y verás mis lágrimas mezcladas con la tinta.
Cariño mío: mi corazón se deshace
De quejarse tanto a un corazón de pura piedra".

Hoy recuerda el romance un monumento al amor, dos manos entrelazándose con poemas de ambos, en pleno corazón de Córdoba.


Bibliografia:



Mª Ángeles Morales Vega

No hay comentarios:

Publicar un comentario