Voy
a dividir el artículos en dos partes, la primera tratará de la biografía de
esta magnífica mujer y poetisa, que vivió en Qurtuba, cuando el califato
llegaba a su fin, trataremos del marco en él se desenvuelve nuestra
protagonista, con el que interactuó y
que influyó sobre su vida. La segunda
parte tratará sobre Wallada como mujer,
libre e independiente, poetisa culta e inteligente y su forma de amar y
relacionarse con los hombres de su época.
BIOGRAFÍA
Wallada
bint al Mustakfi, nacida en Córdoba en 994, hija de uno de los últimos califas omeyas Muhammad
III al-Mustafki y una
esclava cristiana llamada amin’am.
Su
infancia coincidió con el esplendor de la carrera política de Almanzor,
autoproclamado melik Karim en 996, con
la protección de Subh madre del heredero Hisham II, tras la muerte de Al´-Hakam
II. Su
adolescencia ocurre en tiempos convulsos que apuntan al final del califato. Hay
15 mandatos en unos 35 años, que se inician con la muerte de al-Muzzaar, hijo
de Almanzor. Sucediéndose años de
intrigas y alternancias de mandatos
Entre
los enfrentamientos de esta época, destaca el que protagonizaron Muhammad III
y al-Qasim por el Califato, omeyas
frente a hamudíes. Al-Qasim se alió con
los bereberes norteafricanos consiguiendo vencer y hacerse con el poder en el
año 1018. Entonces se hizo dueño del harén, del que formaba parte wallada, una
mujer singular, que escribía poemas en una época de hombres. Rápidamente se
sintió atraído por ella, le permitió conservar su tratamiento real y otros privilegios, en contra de la opinión
de sus asesores.
No
accedió a ser su concubina, aún así el monarca fue permisivo con ella
Fue
derrocado en 1022 por Yahyà Alí ibn Hammud, que también quedó sorprendido por
la belleza e inteligencia de la oven
princesa y quiso que fuera su odalisca,
ofreciéndole grandes presentes, pero de nuevo tuvo una respuesta negativa.
Pero
Yahya no fue tan complaciente como su antecesor en el poder y la confinó junto
a su madre a las peores estancias para
presionarla, aspecto que no consiguió.
En
1023 es depuesto por otro rey, esta vez perteneciente a la estirpe omeya, Abd Al-Rahman Val
Mutazir, un hombre joven y culto que se rodeó de grandes literatos e
intelectuales, entre los que destaca Ibn Hazm.
El
monarca reconoce todas sus cualidades, devolviéndole los honores que tuvo en
otros tiempos e incluso aceptó su asesoramiento. Con posterioridad le ofreció
su amor y esta vez sí cedió pero nunca se casó con él, demostrando su
independencia de los hombres.
Su
padre, Muhammad III llegó al poder en 1024, tras asesinar al caudillo
anterior Abderraman V, y murió dos años después asesinado en Uclés, y
dos años después fue envenenado en Uclés.
Como
Muhammad III no tuvo hijos varones, sus posesiones pasaron a ser propiedad de
su hija; la princesa omeya Wallada. Abrió uno de sus palacios para ser
utilizado como salón literario, donde ofrecía instrucción en poesía y canto a
hijas de buenas familias, y en ocasiones también formaba en canto, poesía y artes amatorias a
esclavas. Debemos recordar, que ella misma provenía de la unión de un califa y
una esclava Amin’am, y por otro lado, su tutora y maestra había sido una
esclava negra zafia.
Hacia
el año 1031 se derrumba definitivamente, el Califato independiente de Córdoba,
hasta desaparecer y dar paso a los
reinos de Taifas.
WALLADA
COMO MUJER
Era
una mujer orgullosa, de carácter fuerte, que gozó de una libertad inusual en
esa época. Era muy culta, inteligente y
bastante independiente que supo brillar
con luz propia. sensual. Rechazaba llevar velo, se paseaba por las calles sin él, por lo
que era criticada por los ortodoxos, eligió el hombre que quiso amar y rechazó al resto por mucha influencia y poder que
tuviera, y se enamoró profundamente sin limitaciones.
Participaba
en tertulias poéticas con intelectuales
muy importantes en esa época, tenía admiradores y detractores, tanto en el
pueblo como entre los poetas y filósofos de los que se rodeaba, como Ibn Hazm que la criticaba, a pesar de
haber sido su mentor.
Hacia
reuniones de sabios y doctos en múltiples materias, en su salón literario donde
se conversaba sobre el devenir de al-Andalus, sobre política y la destrucción
de madinat al-Zahra, así como de literatura.
Wallada
estaba más centrada en la competencia poética, en improvisar versos y estrofas
llenos de color, ritmo y descripciones en un ambiente distendido entre
almohadones de seda, sonido suave de laúd
y una sutil fragancia de almizcle, enfrentándose incluso a los hombres
sin problema.
Era
una mujer bella, rubia-pelirroja, de ojos azules y tez blanca, vestía a la moda
de Bagdad .Llevaba bordados en los hombros de sus vestidos, en el lado
izquierdo :”Por Allah ,que merezco
cualquier grandeza y sigo orgullosa mi camino” y en el lado derecho “doy
gustosa mi mejilla a mi enamorado y doy mis versos a quien las quiera”
En
una de estas tertulias poéticas, la princesa cruzó su mirada y versos con Ibn
Zaydum, que estaba vinculado a los Banu Yahwar linaje rival de los omeyas al
que pertenecía Wallada, esto motivó que el amor naciente lo llevaran con discreción, casi oculto.
El
poeta, que escribía los poemas de amor más hermosos de la poesía hispanoárabe,
era un hombre apuesto y amable. Y empezó a enviarle poesías escondidas en
diferentes lugares, sin firma
La
poetisa le respondía con pasión, para que le revelara su identidad, y cuando la supo, le pidió en verso tener un encuentro y
comienza un vaivén de estrofas de amor en ambos sentidos.
Se
entregaron a un amor lleno de poemas, fogosidad y entusiasmo, hasta que Ibn
Zaydum cayó en los brazos de cautiva de color. Se cree que fue una trampa
ideada por Ibn Abdus, visir del califa del momento, que envidiaba sus amoríos
con la bella mujer, además de su rivalidad política.
Al
descubrir su traición, estalló llena de celos rompiendo su relación, aunque él
se disculpó en numerosas ocasiones, ella no pudo o no supo perdonarlo y pasó de
amarlo a rechazarlo.
Ibn
Abdus no solo los separó, sino que los alejó definitivamente, ya que Ibn Zaydum
fue encarcelado por sus ideas políticas. Más tarde, logró escapar y trabajar
bajo la confianza del rey sevillano al-Mu’tamid convirtiéndose en su visir. Paseó
su amor por la poetisa omeya, entre las riquezas que fue acumulando, y palacios sevillanos hasta que murió en 1070.
Wallada,
dolida se acercó a Abdus, que siempre la quiso. Con el tiempo perdió su fortuna
y aunque siguió exhibiendo su talento poético, tras numerosas idas y venidas sus
caminos siempre terminaban uniéndola a este
hombre. Con quien acabó viviendo sin casarse. Murió en el año 1091.
Entre
estos poemas, que cumplieron la misión de cartas entre dos amantes, de
comunicación, dos expresan celos, la añoranza y los deseos de encontrarse, la
decepción, el dolor y el reproche , incluye 5 duras sobre su el poeta y en el
último alude a su libertad e independencia.
De
encuentro:
"Espera
mi visita cuando apunta la oscuridad
Pues opino
que la noche es más encubridora de los secretos
Tengo algo
contigo que si coincidiera con el sol
éste no
brillaría
y si con la
luna, ésta no saldría
y si con las
estrellas, éstas no caminarían".
De
añoranza:
"¿Acaso
hay para nosotros,
después de
esta separación, una salida;
puede
quejarse cada uno de nosotros
de lo que ha
sufrido?
Pernoctaba
yo en los tiempos
de nuestras
visitas mutuas durante el invierno
sobre las
brazas crepitantes por la pasión.
¿Cómo, pues,
estando en la situación de este abandono,
ha
apresurado el destino lo que yo temía?
Giran las
noches y no veo el fin.
De nuestro
distanciamiento,
ni la
paciencia me libra
de la
esclavitud de mi anhelo.
Riegue dios
la tierra donde estés
con toda
clase de lluvias copiosas".
Celos
"Si
hubieses hecho justicia
al amor que
hay entre nosotros
no hubieses
amado ni preferido a mi esclava
ni hubieses
abandonado la belleza de la rama
cargada de
frutos
ni te
hubieses inclinado hacia la rama estéril
siendo asi
que tu sabes que yo soy
la luna
llena en el cielo,
sin embargo,
te has enamorado,
por mi
desgracia, de Júpiter"
Dolor
Cuando te enteraste de lo mucho que te quiero
y supiste el
lugar que ocupas en mi corazón,
y cómo me
dejaba arrastrar por el amor, sumiso,
Yo, que a
nadie mas que a tí consenti que me arrastrara,
Te alegraste
de que el sufrimiento cubriera mi cuerpo
y de que el
insomnio pintara de negro mis párpados.
Pasa tus
miradas por las líneas de mis cartas
y verás mis
lágrimas mezcladas con la tinta.
Cariño mío:
mi corazón se deshace
De quejarse
tanto a un corazón de pura piedra".
Hoy
recuerda el romance un monumento al amor, dos manos entrelazándose con poemas
de ambos, en pleno corazón de Córdoba.
Bibliografia:
Mª Ángeles Morales Vega
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